martes, 22 de julio de 2014

La Diosa Madre

En la Wicca, las deidades principales son La Diosa Madre y el Dios Padre (su consorte). Ellos forman parte del Todo y son energía. Su esencia es manifestada a través de la polaridad femenina y la masculina, a diferenciade otras religiones, las cuales solo toman las dos grandes fuerzas en el universo como una benevolente y otra mala. En la Wicca reconocemos que éstas dos grandes fuerzas son necesarias y se complementan, siendo las dos una mitad del todo y que todo es producto de su interacción.

La Diosa es la Madre de todas las cosas y seres del planeta. Ella es la parte Femenina de la Divinidad, su lado Materno, Dulce, Tierno, Protector y Sanador. Es quien da vida y quien destruye. Es la Señora de la brillante Luna y Dama de las Estrellas. Es a quien los celtas solían llamar "Las Tres Madres" por sus tres fases: La Doncella, la Madre y la Anciana, fases que representan un carácter de la vida humana: la juventud, la madurez y la vejez. Sin embargo, la Diosa es eterna; siempre cambiante y siempre renovada.

En el aspecto más joven de la Diosa, que es la Doncella, podemos encontrar creación, nacimiento, vida, inspiración. Ella es Diosa del cielo y las estrellas. Le pertenece la luna creciente y la estrella de la mañana y la tarde, y su color es el blanco. Su estación regente es la primavera, donde el ciclo se reinicia dejando lugar al renacimiento de la vida. A ella la invocamos para el amor, la juventud y la belleza.

La Madre por su lado es crecimiento, madurez y fertilidad. De ella es la Tierra, el amor y la productividad. Suya es la luna llena y la Tierra, los frutos, rebaños y campos verdes. Su color es el rojo. Su estación regente es el verano y el inicio del otoño, época de la cosecha, justo cuando la tierra nos da sus frutos. A ella la invocamos para la fertilidad, la madurez y la protección.

Por último, la Anciana, señora de la decadencia y la muerte. Diosa de la noche, las cuevas y las tumbas. Todo lo que nació envejece, decae y muere, y de todo eso surge nueva fertilidad y nueva vida, pues la vida siempre se alimenta de la vida. A ella le pertenecen la luna menguante y la oscura noche, el silencio y las sombras. Su color sagrado es el negro. Su estación regente es el final del otoño y el invierno, cuando las hojas caen de los árboles y el frío inunda la tierra. A ella la invocamos para la sabiduría, la vejez y la muerte.

Estar cerca de la Diosa para nosotros es la base de nuestra fe, pues sin ella la vida no podría existir. Ella mantiene el equilibrio entre todas las cosas y estará con nosotros hasta el fin.


Bendiciones y buenas vibras para todos ustedes!


--Gabrielle--

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